José Mujica, expresidente uruguayo, muere a los 89 años tras lucha contra el cáncer de esófago
  • may, 14 2025
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José Mujica: el adiós de una figura política irrepetible

A veces la historia se despide de sus personajes más carismáticos de la forma más humana: lejos de los reflectores, en silencio y rodeados de lo íntimo. Eso le sucedió a José Mujica, quien falleció el 13 de mayo de 2025 a los 89 años, en la tranquilidad de su chacra en Rincón del Cerro, Montevideo. El mundo pierde a un hombre cuya vida estuvo marcada por la austeridad, la franqueza y una profunda pasión política.

La noticia de su diagnóstico de cáncer de esófago llegó a la prensa en abril de 2024. Mujica, acostumbrado a mirar de frente las adversidades, informó públicamente sobre su estado de salud con su estilo directo y sencillo. Explicó entonces que se sometería a radioterapia, y descartó desde un principio cualquier otro tratamiento más agresivo. El exmandatario siempre fue tajante respecto a su salud: nunca quiso poner su vida bajo intervenciones médicas que, según él, solo le alargarían el sufrimiento.

Durante el tratamiento, Mujica decidió continuar con apariciones puntuales y mantener su diaria rutina tanto como la enfermedad lo permitió. La admiración por su coherencia personal se multiplicó, especialmente cuando, en enero de 2025, se supo que el cáncer había hecho metástasis en su hígado. Entonces anunció, sin ambages, que no se sometería a más terapias y prefería dejar que la enfermedad siguiera su curso natural.

Un ejemplo de integridad hasta el final

La vida de Mujica estuvo marcada por decisiones radicales y convicciones profundas. Primero guerrillero tupamaro, luego legislador y finalmente presidente del país, siempre fue fiel a unos valores muy claros: la humildad, la empatía y el compromiso social. Al informar abiertamente sobre su enfermedad, volvió a mostrar su sinceridad característica, esa que tachaba el tabú en momentos difíciles y enfrentaba la muerte con la naturalidad de quien, como él mismo dijo muchas veces, “ya vivió mucho más de lo que pensaba”.

La imagen de Mujica conduciendo su propio Fusca azul, viviendo en una sencilla casa de campo y donando la mayor parte de su sueldo como presidente, lo convirtieron en un símbolo internacional de honestidad política en tiempos de escándalos y desencantos. Su despedida, lejos de los hospitales y en compañía de los suyos, refuerza la coherencia de una filosofía de vida: aceptar la realidad con entereza y rechazar lo superfluo.

El impacto de su muerte se sintió en toda Latinoamérica y mucho más allá. Vecinos y líderes políticos recordaron su legado no solo como presidente, sino como un ser humano excepcional, cuya manera de encarar la enfermedad cimentó aún más su imagen de referente honesto y cercano. Muchos uruguayos destacaron su mensaje final: la importancia de la dignidad y el respeto a las decisiones personales incluso en los momentos más difíciles.

Con su adiós, Mujica deja una lección que va más allá de la política: la de aceptar el ciclo de la vida con sencillez, sin miedos artificiales ni dramas innecesarios. Así, en la memoria colectiva queda la imagen de un hombre que vivió y murió fiel a sí mismo, sin renunciar jamás a sus principios.

Sofía Durán

Sofía Durán

Soy periodista especializada en noticias y me apasiona escribir sobre temas de actualidad en Chile. Trabajo en un periódico nacional donde cubro diversas historias que impactan diariamente a nuestra sociedad. Mi objetivo es informar de manera precisa y oportuna, ayudando a la comunidad a estar siempre al tanto.

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